El león y el ratón

Fábula de Félix María Samaniego

Estaba un ratoncillo aprisionado

en las garras de un león; el desdichado

en la tal ratonera no fue preso

por ladrón de tocino ni de queso,

sino porque con otros molestaba

al león, que en su retiro descansaba.

Pide perdón, llorando su insolencia.

Al oír implorar la real clemencia

responde el rey en majestuoso tono

¡Te perdono!

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Poco después cazando el león, tropieza

en una red oculta en la maleza.

Quiere salir; más queda prisionero.

Atronando la selva ruge fiero.

El libre ratoncillo, que lo siente,

corriendo llega, roe diligente,

los nudos de la red, de tal manera,

que al fin rompió los grillos de la fiera.

Moraleja: a pesar de ser muy grande, exitoso y poderoso, nunca se debe echar a un lado a las demás personas por ser menos poderosas o influyentes, puesto que nunca sabrás cuando necesitarás un favor de esos a los que hoy llamas «inútiles». Es por eso que debemos valorar a las personas y saber que en cualquier momento podemos necesitar de alguna de sus capacidades.

 

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