El hacha y el mango

Fábula infantil de Samaniego

Un hombre que en el bosque se miraba

con un hacha sin mango, suplicaba

a los árboles diesen la madera

que más sólida fuera

para hacerle uno fuerte y muy durable.

Al punto la arboleda innumerable

le cedió el acebuche y él, contento,

perfeccionando luego su instrumento,

de rama en rama va cortando a gusto

del alto roble el brazo más robusto.

Y los árboles todos recorría

y mientras los mejores elegía,

dijo la triste encina al fresno:

¡Amigo, infeliz del que ayuda a su enemigo!

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