La mamá zorrillo
Cierto día, el rey de la selva organizó un concurso de belleza, en el que las madres que quisieran postularse, debían llevar a sus hijos, especialmente a aquel que creyera que reuniera todas las cualidades físicas para ser el más bello de la contienda.
Al escuchar el anuncio, todas las madres de la selva comenzaron a hacer sus preparativos, arreglando a sus hijos y poniéndolos lo más hermosos o arreglados que pudieran. Todas ansiaban poder ganar el premio, que sería nada más y nada menos que llevarse el título de tener el hijo más hermoso físicamente.
La mamá de un pequeño zorrillo, al ver tal euforia, decidió participar, a pesar de que su hijo no fuese el más agraciado con el físico, y además tuviese un olor bastante peculiar, ella confiaba en sus capacidades ciegamente, y ante sus ojos era el más bello de todos los animales del mundo.
Llegó el día esperado, y las otras madres al ver al pequeño maloliente zorrillo, se echaron a reír, asegurando que era imposible que ese animalito tan feo pudiera ganarse el título del más bello de la selva.
Sin embargo, al rey ver el orgullo con el que la mamá zorrillo presentó a su pequeño hijo, decidió premiarlos a ambos, argumentando su decisión con el hecho de que el amor de madre era lo más grande que podía existir, que no habría otro que lo superara, y que las demás debían aprender de ello.
Fue así como el amor logró pasar todas las barreras de lo posible y lo creíble, la mamá zorrillo y su pequeño eran los más hermosos, ¡Su corazón también!
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