El cazador y el hurón
Cargado de conejos
Y muerto de calor,
Una tarde de lejos
A su casa volvía un cazador.
Encontró en el camino,
Muy cerca del lugar,
A un amigo y vecino,
A quien su fortuna le empezó a contar.
Me afané todo el día,
Le dijo; pero qué,
Si mejor cacería
No la he logrado ni la lograré.
Desde por la mañana
Es cierto que sufrí,
Una buena solana;
Pero mira qué gazapos traigo aquí.
Te digo y te repito
Fuera de vanidad,
Que en todo este distrito,
No hay cazador de mayor habilidad.
Con el oído atento,
Escuchaba un hurón
Este razonamiento
Desde el corcho en que tiene su mansión.
Y el puntiagudo hocico
Sacado por la red,
Dijo a su amo: suplico
Dos palabritas, con perdón de usted.
Vaya, ¿Cuál de nosotros
Fue el que más trabajó?
Esos gazapos y otros,
¿quien se los ha cazado sitio yo?
Patrón, ¿tan poco valgo
Que me tratan así?
Me parece que en algo
Bien pudiera hacer mención de mí.
Cualquiera pensaría
Que este aviso moral
Seguramente liaría
Al cazador gran fuerza; pues no hay tal.
Se quedó tan sereno
Como ingrato escritor
Que del auxilio ajeno
Se aprovecha, sin citar al bienhechor.
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