El perro que deseaba ser humano

Fábula de Augusto Monterroso

En la casa de un rico mercader de la Ciudad de México

rodeado de lujosas comodidades

y de toda clase de máquinas,

vivía no hace mucho tiempo

un perro

al que se le había metido en la cabeza

convertirse en un ser humano;

para ello trabajaba

con constante ahínco.

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Al cabo de varios años

y después de persistentes esfuerzos sobre sí mismo,

caminaba con facilidad en dos patas

y a veces sentía

que ya se encontraba a punto de ser hombre

excepto por el hecho de que no mordía,

movía la cola cuando encontraba a algún conocido,

daba tres vueltas antes de acostarse,

salivaba cuando oía las campanas de la iglesia,

y por las noches

se subía a una barda a gemir

viendo largamente a la luna.

Moraleja: debemos aceptar nuestra esencia, nuestros orígenes y nuestra razón de ser, esto es lo que nos convierte en individuos diferentes y nos hace ser especiales entre las demás personas. No debemos intentar ser diferentes a lo que somos.

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